El lentísimo adelanto en Cataluña de parques eólicos y fotovoltaicos que deben permitir la descarbonización de Cataluña y se refleja de manera cada vez más aguda, en lo que, al final, genera renovables sobre la demanda en la red eléctrica. Y el estancamiento es aún más grave si se compara con la evolución española. Con los datos ya cerrados de Red Eléctrica de 2023, Cataluña sólo generó con renovables el 14,2% de la electricidad demandada, cuatro veces menos que el porcentaje de renovables que inyectó en la red eléctrica España peninsular, que fue del 67,6% sobre los 229.526 GW demandados, y 4,7 veces menos que el porcentaje de renovables que la España peninsular ha llegado sin contar Catalunya, que es del 67,3% sobre el total, según los datos trabajados por Jaume Morron, investigador especializado en renovables y asociado de honor de la Asociación Eólica de Cataluña (Eoliccat).

Estos más de 50 puntos de diferencia implican que Cataluña supone un lastre del 10% en el porcentaje de energías renovables sobre el total de electricidad de España, que está cerca de su objetivo de conseguir que el 74% de su energía eléctrica sea generada por fuentes renovables en 2030 y el 100% en 2050. Cataluña, en cambio, está muy lejos de llegar a un objetivo más conservador en 2030, del 50%, e idéntico en 2050, del 100% de generación eléctrica a partir de renovables.

Cataluña, por tanto, tiene que triplicar la aportación de renovables al mix total en tan sólo 7 años, de cara al año 2030, y multiplicarla por 7 de cara a 2050, un objetivo del todo imposible con el ritmo de aprobación e instalación de energías renovables que sigue Cataluña en la actualidad. Más allá de la instalación de renovables, el propio Gobierno apunta al almacenamiento de la energía como un factor clave.

A pesar de los desafíos, el autoconsumo experimentó un crecimiento del 120% en 2022, según las datos de APPA, Asociación de Empresas de Energías Renovables. Sin embargo, la demanda residencial ha disminuido hasta un 60%, aunque los expertos argumentan que esto refleja más una fase de consolidación en el mercado que una desaceleración sostenida. Apostar por las energías renovables y, en particular por el autoconsumo, abre oportunidades para la reindustrialización y la incorporación de tecnologías innovadoras.

El almacenamiento de energía se presenta como punto crítico en esta transición, según Jorge González Cortés, vicepresidente de Gesternova, que destaca también la necesidad de una transformación absoluta del sistema eléctrico. La gestión de la demanda se convierte en un reto significativo, puesto que la transición masiva hacia la energía verde implica un cambio en la forma en que los consumidores se abastecen de ella.

José Manuel Naharro, jefe de Unidad Técnica de la Fundación de la Energía de la Comunidad de Madrid, coincide en que el almacenamiento es un gran desafío para autorregularse. Además, resalta la importancia de concienciar a la sociedad sobre las ventajas de la independencia energética, señalando que solo unos pocos usuarios están debidamente informados, complicando los procesos burocráticos para acceder a ayudas y subvenciones.

La brecha de renovables entre Cataluña y España viene creciendo desde inicios de siglo, cuando estaban a la vez. Así, en el año 2000, tal y como muestra el gráfico elaborado por Morron, tan sólo había 3 puntos de diferencia entre el 14,6% de renovables que aportaba Cataluña sobre la demanda total de energía y el 17,8% de España. En 2013, España ya rozaba el 50% de renovables sobre el total de energía, pero Cataluña estaba en el 20,5%, 30 puntos por debajo y, sin embargo, la cota mayor alcanzada nunca por la electricidad catalana. Desde entonces, Cataluña sube y baja entre el 13 y el 19%, ya que la generación de renovables no sólo depende de la potencia instalada, sino también de las condiciones climáticas: a más sol, más fotovoltaica y cuanto más viento , mayor eólica disponible para inyectar la red.

La mala evolución de este indicador coincide con la lenta instalación de parques renovables, aunque en los últimos años haya mejorado sobre todo y como tramitación. Después de una década de parálisis total, moratoria en la práctica, por la dificultad normativa para llevar a cabo los proyectos, en 2019 el Gobierno de Quim Torra aprobó un nuevo decreto que permitió la puesta en marcha de cientos de proyectos y miles de MW en renovables.

Un ritmo de instalación inferior al compromiso

En 2021, una nueva moratoria volvió a frenar la instalación de proyectos y en 2022, el Gobierno de Pere Aragonés reanudó la gestión de las renovables y logró que en dos años se aprobaran o preaprobaran 3.000 MW de renovables, todavía que los litigios y trámites ralentizan su instalación. En el 2022, tan sólo se instalaron 73 MW de eólica y 466 MW de fotovoltaica en Cataluña, ritmo muy inferior a los 1.400 MW por año que debería instalar para alcanzar los 12.000 que necesita en 2030 y los 2.200 por año precisos para la meta de 62.000 MW en 2050.

A la espera de que el gobierno español apruebe las normas para la eólica marina que permita el inicio del trámite en la Costa Brava, Cataluña, que actualmente tan sólo tiene 1.800 MW de renovable instalada (10 veces menos que Castilla y León) trabaja con 5.000 MW en alguna fase de trámite que habrá que sumar en los próximos años al parque de renovables, si bien los equilibrios políticos podrían condicionar este avance.

Desde Renovémonos, plataforma que defiende la aceleración del despliegue de renovables en Cataluña, el catedrático emérito de la Universidad de Girona Pere Roura, lamenta la situación, «al final, más allá de lo que se apruebe o deje de aprobar , lo importante es la cantidad de renovables que lleguen a la red eléctrica», comenta. Roura atribuye gran parte de la situación al proceso independentista, «se distrajeron fuerzas que no debían sacarse de este aspecto tan importante para la economía catalana y para la sostenibilidad». «Sin soberanía energética, no hay soberanía», añade con el temor a que la línea de Muy Alta Tensión que debe conectar los parques de renovables aragoneses con Catalunya acaben siendo importantes en el mix.

«Una vez se acabó el proceso independentista y se ha visto que el Gobierno debe gobernar el día a día, tampoco se ha adelantado lo necesario», apunta Roura. «El decreto de Quim Torra de 2019 era para simplificar procedimientos y la cancelación posterior de este decreto ha vuelto a frenar los avances», añade, así como apunta que «ha faltado liderazgo político para superar las fuertes oposiciones del mundo local» . «Es el presidente Pere Aragonès y no el conseller quien debe liderar la transición energética para cumplir los compromisos». «La división del movimiento ecologista entre quienes defienden incondicionalmente el territorio y quienes ven la transición energética como algo prioritario también ha costado caro», completa Roura.

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